domingo, 27 de noviembre de 2011

Diciembre

-Que hubiesemos quedado con 80 días de antelación me hacía tener ese lejano presentimiento en mi interior.
-¿Te hacía tener ese presentimiento y no te hacía tener una voz en tu interior avisándote de que te tenías que duchar un poco antes?
-La voz en mi interior se durmió, se pasó rato llamándote.
Espero puedas disculparme, es toda una verguenza por mi parte.
Quieres... bailar?
Que la música ahogue tu enfado y mis pecados en esta botella de champán...
-Llevo tiempo esperando para bailar... así que no rechazaré tu invitación.
-No imaginas cuánto me encanta saber que aún recuerdas nuestro baile pendiente.
-Recuerdo nuestro baile pendiente, y nuestro paseo en autobús pendiente también...
-Aborrecerás los autobuses.
Te llevaré en tramvía entonces, que es el transporte en el cual hacías transbordo.
Sabes que mi mirada hace saltar paradas, ¿cuentan?
-Mmm... Creo que mientras sea contigo, todo cuenta.
-¿Incluso acabar en un rincón de la ciudad lleno de extraños, en el que no tienes más que hacer que confiar en mis ojos y mi sonrisa?
Sabes, han subido el precio del transporte público.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Derecho al delirio

-¿Has conseguido robar el periódico de ayer?
-Dejé el vicio de robar periódicos hace tiempo, la verdad...
-Encuentro ausencia de vida por tu parte, falta de interacción con ello.
-Para nada, todo lo contrario
-Me siento un anciano. Tal vez necesite ingerir algo de vida.
-¿Y a qué esperas?
-A que robes el periódico por mi.
-Entonces lo robaré cada día

domingo, 18 de septiembre de 2011

Todo para nada

Sé que solo fue un sueño. Pero qué sueño. De los que perduran en tu mente durante horas... incluso días, pero no te importa. No te importa porque eres feliz cada vez que una de esas imágenes pasa por tu mente. Y ves tu cara junto a la suya, escuchas otra vez las falsas palabras y sensaciones que tu mente creó y sientes la necesidad de dormirte y volver a ese sueño... o a otro, mientras esté él.
Pero... siempre será eso: un sueño.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Nubes y algún que otro sueño

Me tumbaré en las nubes y observaré cómo los pájaros vuelan inocentemente bajo mis pies. Sobre mí solo habrá cielo, ni los aviones podrán sobrevolarme. Las ciudades y pueblos serán del tamaño de una hormiga recién nacida, y las personas ni siquiera existirán. Estaré sola en el universo, y por la noche las estrellas me harán compañía con el silencio más absoluto y bonito que puede haber. Habrá viento, pero yo sólo me dedicaré a cerrar los ojos y escuchar tu respiración. No sentiré la presión de la atmósfera sobre nuestros cuerpos ni el baile que la nube mantiene a cada segundo, guiada por el aire. Las estrellas fugaces decorarán el cielo en su oscuridad y nos darán calidez... Pero ya está. No habrá nada más. No necesitaré nada más. No sentiré más que tu presencia... y la de la nube que nos sostiene.

viernes, 12 de agosto de 2011

Simplemente... ya no estás.

Cuatro años en los que, día tras día, veo en mi mente tu carita sonriente y escucho tu voz hablandome, aconsejándome... siendo mi amiga. Cuatro años que se han hecho tremendamente difíciles sin tener tu compañía, sin tener tus llamadas de rápidas horas y sin nuestras cosas. Cuatro años en los que ya he pensado tanto, he llorado tanto y te he echado tantísimo de menos... que ya poco me queda por hacer. Cuatro años en los que solo con oir tu nombre mi piel se eriza y un nudo se forma en mi garganta. Cuatro años que borraría solo con poder abrazarte una vez más, solo por olvidar todo lo que pasó, con tal de tenerte aquí... conmigo. Aún no he conseguido pensar en ti o mirar tus fotos sin que mis ojos lloren. Y después de tanto tiempo creo que la cosa es tan simple que, por eso mismo, no llego a comprender qué pasó, qué fue lo que provocó que te fueras sin poder despedirte de modo alguno... y pese que antes de enterar, yo ya lo sabía... Mi corazón sigue negando aquellas palabras que fueron tan fugaces como el tren en el que viajaba. Fue simple... tan simple, tan fácil, tan obvio... que no llego a aceptar. Que nunca aceptaré.

sábado, 30 de julio de 2011

No digas nada más

Más existes y más quiero que existas. Y por más que te lo dijera jamás llegarías a entenderlo... nunca comprenderías que cuando te veo aparecer mi pulso tiembla, y por unos segundos mi mente se paraliza sin saber qué hacer ni qué decir. No podrías entender como arden mis adentros cuando sueño verte, ni mis paseos nocturnos en un vano intento de entender tus actos. Cosas que solo tú sabes, palabras que solo a ti te diría...
A más presente eres más quiero tenerte, y más me ahogo. Y cuesta creer... que por más que te lo dijese, por más que te explicase todo esto... no lograrías entender nada de mí.

jueves, 21 de julio de 2011

Sinsentido

Las cosas que se habían almacenado en mi mente y que daba por olvidadas resurgían sin intención de hacerlo. Cada simple palabra que en su día no había tenido el más mínimo valor para mí... ahora eran esenciales para cada movimiento y pensamiento que me había llevado a este momento. El agua resbalaba desde mi cabeza hasta mis pies, los cuales se ahogaban en la espuma que caía de mí. Los espejos y cristales se empañaban con aquel vapor que me hacía sudar, y con cada nueva gota de agua que me mojaba en aquella ducha descubría cosas nuevas. Infinitas e incomprensibles, que solo me producían una sensación entre la tristeza, la incredulidad y la ignorancia. Todo se amontonaba dentro de mí... y por más que intentaba ordenarlo no lograba sino mezclarlo hasta obtener un laberinto sin salida alguna. El olor a jabón y a ducha entraba en mi y me hacía reír con ironía pura a cada palabra recordada. Pero ahora solo quedaba coger la toalla y secarse...

jueves, 16 de junio de 2011

Simples palabras

De pronto, sin planearlo, sin quererlo... una simple palabra te descubre un sinfín de cosas. Lo piensas y lo meditas... Bueno, realmente no tanto... lo tienes claro desde hace mucho tiempo, pero lo has descubierto ahora: has hecho oficial ese escondido pensamiento que ocultabas en tus rincones. Quieres hablarlo, quieres gritarlo... pero sobretodo quieres verlo. Simplemente verlo, aunque no sabes si eso empeoraría o mejoraría el hervidero en el que se ha convertido tu pensamiento. Pero ya son muchas las conversaciones y muchas las confesiones, la sinceridad... tanto, que prefieres callar. Callar, y que pase lo que tenga que pasar. ¿Qué más puedes hacer?

jueves, 9 de junio de 2011

Traición

Ahora nos hemos distanciado. Te has alejado enormemente y ni siquiera he podido despedirme. No te he podido decir nada, no te he podido abrazar ni besar... y eso es lo único que quiero hacer ahora. Este sitio... tan oscuro, tan apagado, tan vacío... es algo maravilloso si te tengo aquí, conmigo. Pero no vas a aparecer, he de ir a buscarte. Ya... porque creo que no puedo aguantar más. Y te busco. Te busco sin parar hasta que te encuentro y veo cómo me sonríes. Como esa sonrisa brilla desde lo lejos cuando me ves aparecer. Como abres tus brazos pacientemente esperando a que llegue a ti y me apriete contra tu cuerpo. Y después me miras a los ojos, siempre sonriendo, siempre tú... Me miras y lo comprendo, lo sé: tú también me has echado de menos. Tú también rezabas para que llegase este momento, tú también anhelabas cada parte de mí... Te miro sin parpadear... y tú me miras, consciente de que todo puede cambiar, de que todo va a cambiar. Pero no te importa, ni a mí tampoco. Solo te quiero a ti. Solo quiero abrazarme a ti...

miércoles, 8 de junio de 2011

No más

Un secreto a voces, y miles de voces en silencio. No hace falta decir ni una palabra, no serviría de nada: creo que el extraño silencio que nos rodea es mejor. No quiero más... no necesito más que eso. Más que esto que tenemos, sea lo que sea, que demostramos simplemente con mirarnos como lo estamos haciendo ahora. Como tus dedos acarician mi espalda, como mi mano está sobre tu cuello, como siento que no quiero sentir nada más que a ti. Un simple roce de labios quizás haga que todo mejore... pero ya es tan perfecto que no quiero hacer nada más, no quiero estropearlo... no quiero acabar.¿Cómo es posible que el universo entero se borre sólo con que tú sonrías?

sábado, 28 de mayo de 2011

Peones de un tablero sin vida

Todos como peones guiados por un mismo superior que no sabe ni respirar si no se lo ordenan como es debido. Enfrentados al peor destino jamás imaginado, y todo por orgullo... Ese triste orgullo que tantas cosas ha presenciado. Todo personaje de esa pesadilla marcha marcando un penoso y aterrador paso que les conduce, ni más ni menos, que a ese ardiente fuego que quemará su historia y su dignidad. Hace tiempo que olvidaron el motivo por el que estaban ahí... Hace ya mucho que no podrían reconocer su propio rostro si se mirasen a un espejo. La humanidad y la compasión que albergaban en su interior se marcharon haciendo compañía a todos los sueños que sus "veraces" decisiones aniquilaron y machacaron. Ya de nada sirve todo lo que hacen... porque realmente no saben ni qué hacer, ni qué pensar, ni qué sentir. Sus aspiraciones se largaron en el momento en que vistieron ese sucio y asqueroso uniforme incapaz de demostrar más que la mismísima cobardía disfrazada, con bonitas palabras, de valentía. Todo se ha perdido. Sin saberlo, o tal vez sabiéndolo, luchan por una causa perdida. Por una guerra que nunca debió empezar. Un sin sentido. Una pérdida de tiempo.

lunes, 23 de mayo de 2011

Chorradas... y Ella.

Quisieras gritar. Gritar en cada esquina lo que piensas, lo que sientes; lo que te está comiendo por dentro desde hace ya tanto tiempo que ya ni siquiera recuerdas un sentimiento contrario. Hoy has llegado al límite... Sí, el tope; el techo; has tocado fondo, y por mucho que quieras disimular y que quieras aparentar lo que llevas aparentando todo este tiempo... no puedes: es inevitable, ciertas lágrimas confusas y rebeldes quieren salir de tus ojos. Te jode estar así... y tanto que te jode, ¿por qué todo tiene que ser así? "Así"... usas siempre esa palabra, ¿acaso existe una expresión mejor? No lo creo. Tu cabeza maquina a diario tantas y tantas soluciones que ya no sabes qué hacer y qué callar, optas por "ignorar" y por hacer como que todo va bien. El mundo se te viene encima. No puedes hablarlo con nadie... este porque siempre te escucha y ya debe estar harto; aquel porque, simplemente, no quieres que conozca la parte oscura de tu sonrisa; el otro porque... porque no, porque sencillamente es el causante de tu dolor, y hacerle consciente de eso sería asesinarlo dejando que su corazón siga latiendo. Pero quieres decirlo: lo necesitas. Y mientras piensas cada cosa, cada palabra que desearías decir, mientras todas las vivencias que te han llevado a este momento vuelven a pasar por tu atolondrada mente, mientras que ocurre todo eso... solo sabes llorar. ¿Y qué más? ¿Qué más te pueden pedir? Llevas demasiado tiempo diciendo que estás bien, que todo te va bien, que ella está bien y que todo, en general, funciona como tiene que funcionar... pero, ¿alguien se ha parado a pensar si estarás diciendo la verdad? Ya ni tienes valor de contar qué te ocurre... no quieres, quizás no tienes fuerza porque si lo hicieras... solo sabrías reaccionar con una cosa: llorar. Y lo odias. Odias con toda tu alma llorar, desparramar esas húmedas y humillantes gotas saladas que mojan tu mejilla, marcándola con tu dolor, por pequeño que sea. Pruebas con una ducha... ¿te relaja? No, o quizá sí... no sé, tal vez. Pero el agua que resbala de la mano del jabón por tus poros no hace sino recordarte que sólo estás intentando (penosamente, por cierto) que la bañera cuele y cure tus miedos y anhelos... y te haga sentir mejor contigo misma, con todos. Hasta has dejado de comer... ya sólo sabes pensar. Sólo saber imaginar cómo sería todo de no ser como ahora es. Quieres cambiarlo, joder. Lo necesitas... pero no puedes, y eso es lo que te quema cada arteria que saca la sangre de tu corazón.

Sin novedad en el frente

[...] Y por la noche, al despertar de un sueño hallándonos a merced del agradable torrente de visiones que nos inunda, sentimos con terror la fragilidad del soporte y la debilidad del muro que nos separa de las tinieblas. Somos llamitas mal protegidas por delgadas paredes contra la tempestad del aniquilamiento y de la locura en la que oscilamos y algunas veces casi nos extinguimos. Luego, el sordo rumor de la lucha es como un anillo que nos rodea; nos acurrucamos dentro de nosotros mismos, y con los ojos muy abiertos, contemplamos la noche. Como único consuelo, la respiración de nuestros camaradas dormidos. Así esperamos el amanecer.

Erich María Remarque.

jueves, 19 de mayo de 2011

Utopías

Hoy he soñado algo. Y cuando he despertado, esa extraña sensación seguía en mí. He pasado el día entero pensando en eso, a cada momento. Las imágenes poco nítidas pero tan reales de aquello se presentaban en mi mente sin ser llamadas... Chillaban en mi pensamiento y me hacían desear volver al mundo soñado... me hacían anhelar todo rastro de aquella película que mi mente inventó. Estabas tú. Y estaba yo. Y... no sé por qué... pero volvería a ese universo cada una de mis noches.

sábado, 14 de mayo de 2011

Sin tanto que decir


La almohada me recomienda que olvide. Que deje el tiempo correr de la mano de mis recuerdos para que así mi cabeza ordene pensamientos cifrados. Incluso ese objeto acolchado sabe más de mí que yo misma. Escucha cada uno de mis pensamientos, sensaciones, sentimientos, sin necesidad de que se los cuente con palabras; recoge y seca mis lágrimas y me acaricia intentando consolarme, procurando que el sueño entre en mí y me haga olvidar durante unas breves horas todo lo que me daña. Todo esto simplemente se está añadiendo a mi lista negra... a ese repertorio de fracasos y malas rachas que cuelgan de mi cartera unidos a mi DNI, para siempre. Quizás valió la pena dejar que...
-Quizás... pero solo quizás.

lunes, 9 de mayo de 2011

Te echo de menos

Opto por reconocerlo, ya que negarlo (o, al menos, intentarlo) no me sirve de nada. Quisiera hablar contigo. He de reconocer que siento un vacío... algo en mí nota que ya no estás... al menos, no de la misma forma que antes. Pero no te lo voy a decir, no quiero, no puedo. Recuerdo, revivo, pienso, intento olvidar... Cada día, cada instante. Pero no puedo, no quiero. Te echo de menos. Es irremediable. No se puede evitar. Quisiera un día más... o varios, puestos a pedir. Pero sí, creo que uno me bastaría. Para aclararme, para estar contigo, para ver otra vez esos ojos que tanto me dijeron. Para sentirte cerca... para aguantarme, de nuevo, las ganas de besarte, o de abrazarte; para finalmente hacerlo, o tal vez para no hacerlo... Para vivir todas esas opciones, o para no vivirlas... en fin. Para todo eso, y más (o menos). Mmm... Sí, creo que te echo de menos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Casualidades de la vida

Un destino incierto y casual me llevó a aquel momento. Momento que hoy día tampoco sabría describir. Y ahí estábamos... Tu mano rozó la mía... o tal vez, simplemente fue una ilusión de mi subconsciente. Pero tu olor era real, esa fragancia que aún recuerdo, y que todavía puedo respirar si pienso en ti. Ahí estabas, sí... delante de mí, mirándome, hablándome, sonriéndome. ¿Y yo? Símplemente te miraba. Y no hacía más... tal vez hablaba, sí, pero no conseguía decir nada que tuviese el mínimo sentido ni siquiera para mí. Me sentía bien, ahí contigo... Fue un minuto que duró horas, días e incluso meses, pero que pasó más rápido que un segundo.

sábado, 16 de abril de 2011

Calles sin sentido

Hoy he estado paseando. He pasado y avanzado por enormes y eternas calles que me contaban historias infinitas sin resultado concreto, y que no me llevaban a un lugar que mereciese la pena visitar. Por las ventanas podía ver resquicios de recuerdos casi olvidados por completo, que realmente apenas tenían valor... o sí. Y en los peldaños de las escaleras que a mi paso encontraba, mis huellas marcadas en los días me contaban mi vida. En las esquinas, en los callejones... podía ver las escenas de mi vida que había preferido esconder, guardar, no enseñar a nadie, ni siquiera a mí misma, para así lograr evadir mi mente. Pero, realmente, por mucho que intente conducirme por otros caminos... esas calles siguen estando ahí, y siempre lo estarán. Los mismos rincones, los mismos cruces que en su día me hicieron sentir tan extraña. Y encontré el rincón. Ese que guardé solamente para ti, con cada una de tus caricias y de tus besos, con cada uno de tus gestos y manías, con tus momentos, con tu voz, con tu cara, con tu olor. Y pasé horas ahí, observando la "nada". Mirando casi sin parpadear lo que hacía ya tanto tiempo se había esfumado. Lo que tanto había querido y tanto extrañaba -aunque no lo admitiera-. Reviví, una vez más, la primera vez que te ví, la primera vez que me tocaste, que te toqué, la primera sonrisa y los primeros nervios, la primera vez que me besaste y la primera vez que te sentí a mi lado. Recordé todo, tanto lo bueno como lo malo. Y, como todo, hay una primera y una última vez... y tu última vez también sigue presente en mí.

domingo, 27 de marzo de 2011

Un baile eterno...

Decidió salir a la terraza. Ahí estaba ella, con una copa de vino en la mano, y su flamante vestido aún no estrenado...
-¿Te sucede algo?
La chica dio un sorbo, y le miró.
-¿Crees que me pasa algo?
-Todo el mundo está dentro divirtiéndose... Y vi cómo salías entre el gentío. Estaba preocupado por ti...
El sorbo de la chica acabó con el contenido de esa copa.
>Si quieres voy dentro a por más, y me lo cuentas.
-... Espera, mejor si te quedas... Se está demasiado bien aquí fuera, como para que pierdas tu tiempo entrando a por una bebida insignificante.
-Tienes razón. Espero que sólo fuera que tenías ganas de respirar aire fresco. Si no es así, vengo a solucionar lo que sea. Si es así... vengo a hacerte compañía, si tú quieres.
>Mi padre no viene a buscarme hasta dentro de 2 horas, y me estaba explotando la cabeza ahí dentro...
-Realmente no sé si me pasa algo, si tenía algo en la cabeza... quizás solamente es eso, querer respirar aire fresco... Sea como sea, tu compañía me basta para todo.
-Me gusta ser tu aire puro... Igual que me gusta lo bien que me siento ahora contigo, en comparación con hace un momento. Es algo casi sobrenatural, ¿sabes?
-Estoy sintiendo lo mismo... Es curioso como una persona puede completar un vacío que no puedes ni explicar.
-Si lo pudieramos explicar probablemente ya no sería un vacío...
>Estamos rodeados de cosas, en realidad. Gente bailando, música fuerte, fiesta... Y aun así me sentía vacío hace un momento. Como si a mi chupito de tequila le faltase la sal...
-Inexplicable es la palabra, supongo... Es igual, lo importante es este momento... Aquí, contigo.
-Ya no me siento vacío...
Se acercó unos centimetros...
>Dentro no saben disfrutar de la música... Este silencio nuestro es mejor. Deberíamos enseñarles. ¿Bailamos?
Le cogió la mano.
-Sería perfecto...
-¿Lo ves? Ahora somos tú y yo. La música es a nuestro ritmo, y no nosotros al suyo.
-Cierto. Tú y yo... y no hace falta más. Me basta con sentirte aquí, protegiéndome con tus brazos, para sentirme tranquila... y para querer que esto nunca acabe.
-Esto no acabará si tú no quieres. El tiempo no existe. Solo tú y yo...
>Y me gustaría fuera así ... eternamente...
Acarició su mejilla derecha, y sin decir nada más, la besó...


~F. Fernández
~M. Bernabé.

miércoles, 2 de marzo de 2011

'Cause nobody wants to be the last one there...

Realmente estaba cansada. Pero no le importaba. La música de tropecientos vatios atravesaba su mente y hacía bailar su corazón. El cuerpo le temblaba con cada grave que los gigantescos altavoces gritaban. Saltaba, trotaba, bailaba, cantaba. La adrenalina recorría los grandes milímetros de su cuerpo, y ni ella misma lograba oír su propia voz. Sabía que cuando todo se apagase y el “silencio” se apoderase de aquel césped, sus oídos pitarían en una queja y enfado infernal. Efectivamente, se merecía aquella reprimenda. Pero era incapaz de alejarse de aquella música, de ese escenario, de ese espectáculo… de ese concierto con el que tanto había soñado y divagado. La gente se desgarraba las cuerdas vocales, pero tampoco importaba. El suelo verde de aquel Coliseum temblaba con cada salto que las miles de personas que allí había daban mientras se dejaban llevar por las guitarras, las percusiones, las voces. Incluso la gente del fondo, aquella que parece no estar y que apenas se ve (y que, ciertamente, apenas debe ver la escena con tal distancia), disfrutaba más que el propio cantante, bañado en sudor y sin una sola caloría más que quemar con tanto movimiento. Por suerte o por desgracia, estaba llegando a su fin, pero esto tampoco tenía importancia… Aquello era increíble. Sin pedirlo, el coro de aquel conjunto no era, sino, toda aquella multitud de seres que se dejaban los sueños de toda una vida en cada sílaba cantada que pronunciaban. El éxtasis llegaba a sus neuronas al tiempo que la mente se desentendía del cuerpo y cantaba… 'Cause nobody wants to be the last one there…

martes, 1 de marzo de 2011

And the Oscar goes to...

Miles de personas. Una gran alfombra roja que forma una interminable pasarela hasta la gloria. Donde las viejas y sabias puertas esperan que las atravieses, a paso decidido y pulso firme: expresión tranquila aunque los nervios coman tus entrañas, y los deseos de victoria lo hagan aun más. Conoces tus posibilidades, pero tu modestia y negatividad te hacen convencerte poco a poco, día tras día, paso a paso, de que no alcanzarás el sueño que tienes desde niño. Al menos esta noche. Todo tu interior tiembla al son de tu vestido al andar, pero no lo puedes expresar. Y entonces: el principio del fin. Te sientas... Ahora solo puedes esperar. Ya no puedes hacer nada más. Todo está decidido, solo falta que lo comuniquen ante todas aquellas expectantes personas. Alzas la mirada y ves a cientos de hombres y mujeres, que están allí, entre otros, por ti. Pero crees que los vas a decepcionar. Al fin llega el momento: después de varias horas interminables, viene tu momento, y el de otras cuarto aspirantes a la eternidad. Después de varias bromas para aliviar tensiones... aparece un sobre. El sobre. Tu cuerpo parece estallar ante miles de miradas de todo el mundo, cuando el anunciante aclara su garganta, sonríe ligeramente y revela: And the Oscar goes to...

miércoles, 23 de febrero de 2011

Abrazo mojado

Caminaba a paso normal por la calle, tal vez rápida de más sin querer. Quizás a causa de la lluvia. Sí, llovía a cántaros... Pero ya tenía el cuerpo tan empapado, que no le importaba mojarse un poco más. La calada ropa parecía ya su segunda piel. Pese a los estremecimientos que la fría agua le había producido en un principio, ahora su piel estaba tan congelada que ya las telas las sentía incluso cálidas. Sus calcetines parecían nadar en un río y estar deseando ser escurridos, amén de los arroyos reales que se veía obligada a pisar si quería avanzar hasta un lugar medianamente seco, cómodo y cálido. Tampoco podía correr, pues se resbalaría de humillante forma, provocando las tremendas carcajadas y burlas de farolas, charcos y ventanas cerradas. La anaranjada luz amarilla hacía unos esfuerzos increíbles por salir de entre las nubes, por mostrar su cara y calentar el alma de las chorreosas calles. El Sol quería presentarse en el triste cielo, para que dejase de llorar; quería alegrar los días con un enorme arcoiris formado de infinitos colores e infinitas sonrisas.
Ciertamente, por mucho que llueva, siempre sale el Sol.

Subir y más subir

Se iba a enfrentar a algo, pero no sabía exactamente a qué. Subía lentamente las escaleras del entarimado suelo. Sus pasos retumbaban en las blancas paredes, que tantas dudosas y nerviosas pisadas como aquellas habían contemplado y escuchado ya. Giró y siguió subiendo. Podría haber subido en ascensor, pasar más rápidamente el mal trago, pero pensar en andar un poco más, hacer el esfuerzo de elevar su cuerpo escalón tras escalón, le hacía creer que liberaría tensiones. Pero no, para nada, todo lo contrario. Sentía una presión en su pecho, y la boca de su estomago rugía en un cosquilleo nervioso y realmente incómodo. Ya quedaba menos. Paró a mitad de escalera. Revisó, aseguró que sus tacones estaban limpios y relucían elegancia y decisión, y se acomodó el traje. Estaba a punto de entrar en una nueva vida... tras esa puerta.

lunes, 21 de febrero de 2011

Mmm...

El cesped había empezado clavándose en su espalda, sus piernas, y su todo. Pero ahora no. Ahora, el verde suelo se había moldeado a la perfección bajo su cuerpo, y parecía hecho a su medida, pensando para ella. Sobre sus cuerpos, la noche tranquila: sin sonido alguno; sin luz alguna. Apenas había estrellas, sólo unas cuantas rebeldes y preciosas que escapaban felizmente de las nubes y la contaminación, y se dejaban deleitar en su brillo nocturno. Pero la ausencia de astros no hacía que aquello fuera, siquiera, menos hermoso.
-¿Qué hacemos? -preguntó.
-¿Tenemos que hacer algo?
-Mmm... -Aquellas cosas hacían callar su mente, por inquieta que esta fuera.
-A mí me basta con tenerte aquí, en este valle, con la suave brisa que te acaricia el pelo a ratos y con tus sonrisas al mirarme. Tengo suficiente simplemente si me coges la mano y la aprietas, si me dices que quieres que este momento sea eterno, si quieres estar conmigo pase lo que pase, siempre. No necesito hacer nada más que mirarte, sentirte aquí, a mi lado, conmigo, en este momento... y que no importe nada más.
-De acuerdo...

lunes, 14 de febrero de 2011

Puentes

Necesitaba pensar, evadirme, alejarme del ruido de la rutina diaria para así poder pensar... Así que busqué más ruido. Y logré apagar hasta la chillona voz de mi jodida conciencia. Caminé, no mucho, lo justo, hasta un puente. El puente. El de siempre, el que hasta entonces me había escuchado cada uno de mis pensamientos, cada una de mis sensaciones… Sobre sus cimientos cargaba con todos mis pasos, seguidos de malditas y reprimidas patadas a la nada, o a los barrotes de aquella verde y oxidada baranda, acompañandose de llantos contenidos y, al fin, liberados en la tranquilidad e intimidad que me daba el estropeado suelo de aquella pasarela y los acelerados coches que bajo ella pasaban. El ruido de esos coches agolpándose contra mis oídos me hacía sentir libre, lograba arrojar los males que contenía mi interior, el sufrimiento que almacenaba mi cuerpo se iba… arrastrado por los neumáticos de los vehículos que aprisa corrían y no apreciaban mi triste presencia sobre sus cabezas durante milésimas de segundo. Y aquello me hizo pensar… Es curiosa la manera en que un simple puente puede unir cosas tan simples como dos vidas. Y eso nos hace influir en todo, ¿o no?

sábado, 5 de febrero de 2011

Despertar

-Lo abrazaba... como si no hubiese un mañana. Y él me correspondía con la misma delicadeza con la que las gotas de lluvia acarician al caer la mejilla de algún viandante, con temor a herirle. No hacía falta decir palabras, el silencio que proporcionaban nuestras respiraciones bastaba para expresar cada recóndito pensamiento que pudiera camuflarse en nuestra demente cabeza. Sus labios acariciaban mi cuello, proporcionándome esa ternura propia de una sola persona. Sus manos agarraron las mías, sin soltarlas. Lenta y delicadamente acercó su cuerpo al mío de tal forma que casi logré sentir cada apresurado latido que su apurado corazón daba en busca de una gota de sangre que lograra aclarar las ideas de su mente... y de la mía. Entonces se alejó de mi cuello y su mirada se clavó en la mía de una manera en la que parecía atravesarme y mirar en mi interior. Mirada indescriptible. Sería incapaz de explicar qué intentaba decirme a través de esos oscuros ojos que tantas veces habían podido conmigo. Sería incapaz de expresarlo, solo podía sentirlo... Nuestras caras: a dos centímetros de distancia; sintiendo hasta la respiración que ejercía cada poro de su piel... Despacio, sin prisas, sin apuros, sin miedos... agachó ligeramente su cara hacia la mía, y sus labios rozaron los míos suavemente... tal vez en busca de ser correspondidos, o quizás intentando solamente provocar... Aun así, fuera como fuese, me besó. Como nunca hasta ese momento, y por un momento sentí lástima por toda aquella gente que nunca podrá vivir lo que yo sentí...
-¿Y entonces?
-Desperté...

martes, 25 de enero de 2011

Sueños

-¿Y si te he engañado? ¿Y si soy un sueño? Una pesadilla, si quieres. Y me acerco... lenta pero inexorablemente, bajo tu mirar frío e inexpresivo que aguarda mi mirada como un títere del destino, una víctima del sabor amargo de la mentira... Y junto mis labios a los tuyos, mordisqueo tu labio inferior a la vez que te sonrío, y te abrazo...
>Y entonces, despiertas... Nada ha sucedido, estás casada con otro hombre, que no soy yo, y cuidas de tus hijos... ¿Qué sucedería entonces?
-Que dormiría más con tal de seguir soñando...
-Y yo haría todo lo posible por salirme de ese sueño e ir al mundo real. Porque pensaría... que de nada me sirve un sueño si no estás tú.


Por Francisco Fernández Aguilar.

viernes, 21 de enero de 2011

Escapa

Miedo. Pánico. Terror. Cuando ves lo que se avecina, sientes lo que va a pasar. Y tu cuerpo se estremece, sin poder evitarlo dejas de respirar. Intentas no hacer ningún movimiento, no tocar nada, no dar indicio alguno de estar ahí, y en tu mente inconscientemente empiezas a rezar cada palabra que conoces en busca de cualquier señal divina que pudiera ayudarte. Pero nada ocurre, el horror sigue invadiendo imparablemente cada poro tembloroso de tu acurrucado cuerpo, débil, casi inerte ya, esperando terriblemente que eso, lo que esperas, suceda. Hasta sientes que te mareas al "imaginar" lo que va a ocurrir. Aunque ciertamente sabes que no dudará ni una milésima de segundo. Simplemente pasarás de "estar" a "no estar". Y, entonces, ocurre. Una avalancha ardiente, que quema cada partícula que se encuentra, te baña en su candente oscuridad. Lo reduce todo a la nada, ni siquiera puede decirse que sean cenizas. Sí, solo son palabras. Palabras que entran por tus oídos y, efectivamente, queman tu interior. No sabes si empezar a correr porque, total, ¿de qué serviría? La llama que destroza la llevas por dentro y no importa la cantidad de litros de alegría que eches para apagarla... seguirá estando ahí pase lo que pase. Como acto reflejo tus manos cubren tu rostro, tal vez en un vano intento de ocultar el pánico y el dolor que se niega a abandonar tu interior, o quizás solamente para ganar tiempo, para poder pensar aunque sea medio segundo y decidir qué vas a hacer, cómo vas a actuar. Pero de nada sirve. Tu cerebro sigue bloqueado, atrincherado tras una enorme y monstruosa muralla que impide que cualquier viva idea o rastro alguno de esperanza, salga de ahí en busca de iluminar tus suplicantes ojos. Y así, ocurre. El ser que habita en tu interior echa a correr, como si la vida le dependiese de ello, alejándose de tu cuerpo con la inútil pretensión de huir de todo aquello que pueda dañarle... sin darse cuenta de que más destrozado no puede estar. Tu corazón grita. Se desgarra las arterias intentando expresar, tal vez, lo que siente y ve. Pero no funciona. La crónica ya te la han dado, ya sabes lo que ha ocurrido... y ya no puedes huir por mucho que tu alma lo desee. Estás perdido, hundido, acabado... No te esfuerces... Te ha tocado a ti.

martes, 18 de enero de 2011

Derecho al Delirio

Quítate la ropa... Arráncame los modales de una dentallada... Cerremos los tabúes y el mundo que nos contempla en el cajón de la sociedad mientras creamos nuestra propia utopía de sudor y sensaciones... Atraviesame con una mirada que me haga tu esclavo, me someta a tu voluntad, me haga ver cada milímetro de tu piel como una obra de arte a estudiar o un misterio que resolver... Cógeme. No me sueltes más. Cada nanosegundo pueden ser horas en nosotros. Acércate y deleitame con el mayor de los sabores que un mortal haya probado.
A espaldas del mundo dibujamos nuestras propias normas. Nuestras reglas. En este juego solo estamos tu y yo, y pierde la realidad, frente a la fantasía... Nuestra fantasía...
Muérdeme como si tu fuerza fuera una forma de alejarte del mundo... Ya somos uno. Nuestra saliva son dos rios que de la misma forma desembocan en la locura y el delirio...


Por Francisco Fernández Aguilar.