Quítate la ropa... Arráncame los modales de una dentallada... Cerremos los tabúes y el mundo que nos contempla en el cajón de la sociedad mientras creamos nuestra propia utopía de sudor y sensaciones... Atraviesame con una mirada que me haga tu esclavo, me someta a tu voluntad, me haga ver cada milímetro de tu piel como una obra de arte a estudiar o un misterio que resolver... Cógeme. No me sueltes más. Cada nanosegundo pueden ser horas en nosotros. Acércate y deleitame con el mayor de los sabores que un mortal haya probado.
A espaldas del mundo dibujamos nuestras propias normas. Nuestras reglas. En este juego solo estamos tu y yo, y pierde la realidad, frente a la fantasía... Nuestra fantasía...
Muérdeme como si tu fuerza fuera una forma de alejarte del mundo... Ya somos uno. Nuestra saliva son dos rios que de la misma forma desembocan en la locura y el delirio...
Por Francisco Fernández Aguilar.