viernes, 12 de agosto de 2011
Simplemente... ya no estás.
Cuatro años en los que, día tras día, veo en mi mente tu carita sonriente y escucho tu voz hablandome, aconsejándome... siendo mi amiga. Cuatro años que se han hecho tremendamente difíciles sin tener tu compañía, sin tener tus llamadas de rápidas horas y sin nuestras cosas. Cuatro años en los que ya he pensado tanto, he llorado tanto y te he echado tantísimo de menos... que ya poco me queda por hacer. Cuatro años en los que solo con oir tu nombre mi piel se eriza y un nudo se forma en mi garganta. Cuatro años que borraría solo con poder abrazarte una vez más, solo por olvidar todo lo que pasó, con tal de tenerte aquí... conmigo. Aún no he conseguido pensar en ti o mirar tus fotos sin que mis ojos lloren. Y después de tanto tiempo creo que la cosa es tan simple que, por eso mismo, no llego a comprender qué pasó, qué fue lo que provocó que te fueras sin poder despedirte de modo alguno... y pese que antes de enterar, yo ya lo sabía... Mi corazón sigue negando aquellas palabras que fueron tan fugaces como el tren en el que viajaba. Fue simple... tan simple, tan fácil, tan obvio... que no llego a aceptar. Que nunca aceptaré.
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