miércoles, 2 de marzo de 2011

'Cause nobody wants to be the last one there...

Realmente estaba cansada. Pero no le importaba. La música de tropecientos vatios atravesaba su mente y hacía bailar su corazón. El cuerpo le temblaba con cada grave que los gigantescos altavoces gritaban. Saltaba, trotaba, bailaba, cantaba. La adrenalina recorría los grandes milímetros de su cuerpo, y ni ella misma lograba oír su propia voz. Sabía que cuando todo se apagase y el “silencio” se apoderase de aquel césped, sus oídos pitarían en una queja y enfado infernal. Efectivamente, se merecía aquella reprimenda. Pero era incapaz de alejarse de aquella música, de ese escenario, de ese espectáculo… de ese concierto con el que tanto había soñado y divagado. La gente se desgarraba las cuerdas vocales, pero tampoco importaba. El suelo verde de aquel Coliseum temblaba con cada salto que las miles de personas que allí había daban mientras se dejaban llevar por las guitarras, las percusiones, las voces. Incluso la gente del fondo, aquella que parece no estar y que apenas se ve (y que, ciertamente, apenas debe ver la escena con tal distancia), disfrutaba más que el propio cantante, bañado en sudor y sin una sola caloría más que quemar con tanto movimiento. Por suerte o por desgracia, estaba llegando a su fin, pero esto tampoco tenía importancia… Aquello era increíble. Sin pedirlo, el coro de aquel conjunto no era, sino, toda aquella multitud de seres que se dejaban los sueños de toda una vida en cada sílaba cantada que pronunciaban. El éxtasis llegaba a sus neuronas al tiempo que la mente se desentendía del cuerpo y cantaba… 'Cause nobody wants to be the last one there…