lunes, 21 de febrero de 2011

Mmm...

El cesped había empezado clavándose en su espalda, sus piernas, y su todo. Pero ahora no. Ahora, el verde suelo se había moldeado a la perfección bajo su cuerpo, y parecía hecho a su medida, pensando para ella. Sobre sus cuerpos, la noche tranquila: sin sonido alguno; sin luz alguna. Apenas había estrellas, sólo unas cuantas rebeldes y preciosas que escapaban felizmente de las nubes y la contaminación, y se dejaban deleitar en su brillo nocturno. Pero la ausencia de astros no hacía que aquello fuera, siquiera, menos hermoso.
-¿Qué hacemos? -preguntó.
-¿Tenemos que hacer algo?
-Mmm... -Aquellas cosas hacían callar su mente, por inquieta que esta fuera.
-A mí me basta con tenerte aquí, en este valle, con la suave brisa que te acaricia el pelo a ratos y con tus sonrisas al mirarme. Tengo suficiente simplemente si me coges la mano y la aprietas, si me dices que quieres que este momento sea eterno, si quieres estar conmigo pase lo que pase, siempre. No necesito hacer nada más que mirarte, sentirte aquí, a mi lado, conmigo, en este momento... y que no importe nada más.
-De acuerdo...