sábado, 9 de junio de 2012

Aburrimiento sería la palabra


¿No os pasa que a veces os da por pensar en cosas que no deberíais? Pues bien, a mí me pasa con demasiada frecuencia. Y no me refiero solo a cosas tristes o pasadas que por unos segundos te dibujan una sonrisa en la cara y luego te dejan mal para todo el día. También hay cosas no-tristes que no se deben pensar, como en ciertas personas que fueron amigos y dejaron de serlo tan rápido como se parpadea, o que directamente nunca lo fueron; también hay momentos en los que te pones tu solita a filosofar sobre el por qué de tu existencia -sí, esa que tanto agrada a unas personas pero que a la vez tanto desagrada-; te puedes llegar a plantear incluso cosas enormes que harás cuando tengas la edad. Entonces viene la siguiente pregunta: ¿y cuándo será esa edad? Tienes tu vida organizada a la perfección en tu mente y así es como sueñas que sea, pero... ¿y si no?
Esto sería un prototipo de cosas que no hay que pensar demasiado. Mi respuesta a esta infinidad de cosas casi siempre es: Dios dirá.
Pero entonces, cuando me respondo a mí misma eso, aparece una vocecita toca narices dentro de mi mente que me dice: ¿y si Dios no dice? Y entonces empieza otro incesante ir y venir de pensamientos agotantes y sin sentido que solo te hacen perder el tiempo en los momentos más claves de tu día a día: como una época de exámenes, una cita especial, unos trabajos, unas conversaciones importantes... Lo que sea.
El pensar es demasiado malo (llego a esta conclusión después de muchas hostias). ¿Cómo podía gustarles a gente como Aristóteles, Kant, Nietzsche -y un largo etc- pasarse el día entero pensando y sacando conclusiones sobre la vida de gente a la que ni conocían? Es algo realmente agotador.
Pero claro, por otro lado está la satisfacción de pensar, ¿no? Ese momento (la palabra ideal sería: glorioso) en el que, tras mucho pensar, encuentras la respuesta que esperabas, recuerdas lo que querías recordar, yo que se... Es ese momento en el casi llegas a pensar: coño, pues pensar mola.
Pues... no, no os engañéis.