Y en
mi mente hay todo el tiempo una habitación vacía, más o menos amplia, de
paredes gris-beige y suelo enmoquetado de algún tono más oscuro. He intentado
centrarme primero en los muebles (que se supone que es lo fundamental en una
habitación). Me he esforzado en imaginar todos los enseres que tendría, pero lo
primero en lo que pienso siempre es en las fotos, y no entiendo el motivo: me
gusta –tal vez bastante-, pero aun así no me considero una amante ferviente de
la fotografía. En esas fotos solo alcanzo a ver un rostro: mi hermano. Luego si
me concentro un poco más, logro ver a mi madre, mi padre y una única amiga.
Una. Solo una. Bueno, y quizás también aparece por ahí la mata peluda a la que
llamo “perro”. Y detrás de esas fotos principales aparecen tan solo unas más:
mis abuelos, mis tíos y mis primos.
Una
vez que tengo en mi mente esas fotos (fotos que, por cierto, ni siquiera
existen, son pura creación de mis divagaciones), con sus marcos y todo –ciertamente
solo alcanzo a ver uno azul claro-, puedo visualizar algún mueble. Pero solo
uno. Una cómoda llena de cajones, con las fotos arriba del todo, pegada a la
pared del fondo. Luego mi yo interior solo puede fijarse en las paredes.
Póster, aunque no sé de qué, alguna camiseta de un buen recuerdo, y poco más.
Si
apuro demasiado a mi amiga la imaginación y finjo ser quien no soy para mí
misma durante un momento, logro ver a mi derecha una cama y a mi izquierda una
ventana. Entonces el suelo se ilumina ligeramente gracias al sol, pero es todo
tan falso que lo deshecho de mi mente obligándome a mí misma a no ser tan
convencional.
Así
bien, tengo una cómoda con cajones que no tengo ni idea de qué esconden y unas
fotos de mi familia más íntima y una amistad. Y no dejo de pensar eso. ¿Por qué
la primera imagen es mi hermano, y no mi madre o mi padre? ¿Por qué es esa
amiga y no otra; por qué esa y no la que pensé que siempre estaría en esa
fotografía? ¿Y por qué, cuando pienso ya más profundamente, gente que creía que
estaría sin dudar en esas fotos… ni siquiera las he imaginado en su sombra más
borrosa?
Lo
curioso de todo esto es cuando te das cuenta de quién realmente está en tu vida.
Lo analizas todo y te das cuenta sin quien no podrías, no querrías, o no
sabrías vivir. Hay otra gente que realmente te importa, es necesaria para ti,
te ayuda en tu día a día… pero no es la gente de tus fotos. No es esa gente con
la que cuentas siempre que tienes un problema, una alegría, una noticia sin
más. No es quien realmente escucha tus problemas hasta que se te seca la boca
de tanto hablar, quien te responde absolutamente a todo con la franqueza que
solo ellos pueden demostrar, quien nunca te regala el oído por quedar, tal vez,
mejor, quien siempre, siempre, siempre está… y quien siempre estará.
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