domingo, 27 de marzo de 2011

Un baile eterno...

Decidió salir a la terraza. Ahí estaba ella, con una copa de vino en la mano, y su flamante vestido aún no estrenado...
-¿Te sucede algo?
La chica dio un sorbo, y le miró.
-¿Crees que me pasa algo?
-Todo el mundo está dentro divirtiéndose... Y vi cómo salías entre el gentío. Estaba preocupado por ti...
El sorbo de la chica acabó con el contenido de esa copa.
>Si quieres voy dentro a por más, y me lo cuentas.
-... Espera, mejor si te quedas... Se está demasiado bien aquí fuera, como para que pierdas tu tiempo entrando a por una bebida insignificante.
-Tienes razón. Espero que sólo fuera que tenías ganas de respirar aire fresco. Si no es así, vengo a solucionar lo que sea. Si es así... vengo a hacerte compañía, si tú quieres.
>Mi padre no viene a buscarme hasta dentro de 2 horas, y me estaba explotando la cabeza ahí dentro...
-Realmente no sé si me pasa algo, si tenía algo en la cabeza... quizás solamente es eso, querer respirar aire fresco... Sea como sea, tu compañía me basta para todo.
-Me gusta ser tu aire puro... Igual que me gusta lo bien que me siento ahora contigo, en comparación con hace un momento. Es algo casi sobrenatural, ¿sabes?
-Estoy sintiendo lo mismo... Es curioso como una persona puede completar un vacío que no puedes ni explicar.
-Si lo pudieramos explicar probablemente ya no sería un vacío...
>Estamos rodeados de cosas, en realidad. Gente bailando, música fuerte, fiesta... Y aun así me sentía vacío hace un momento. Como si a mi chupito de tequila le faltase la sal...
-Inexplicable es la palabra, supongo... Es igual, lo importante es este momento... Aquí, contigo.
-Ya no me siento vacío...
Se acercó unos centimetros...
>Dentro no saben disfrutar de la música... Este silencio nuestro es mejor. Deberíamos enseñarles. ¿Bailamos?
Le cogió la mano.
-Sería perfecto...
-¿Lo ves? Ahora somos tú y yo. La música es a nuestro ritmo, y no nosotros al suyo.
-Cierto. Tú y yo... y no hace falta más. Me basta con sentirte aquí, protegiéndome con tus brazos, para sentirme tranquila... y para querer que esto nunca acabe.
-Esto no acabará si tú no quieres. El tiempo no existe. Solo tú y yo...
>Y me gustaría fuera así ... eternamente...
Acarició su mejilla derecha, y sin decir nada más, la besó...


~F. Fernández
~M. Bernabé.

miércoles, 2 de marzo de 2011

'Cause nobody wants to be the last one there...

Realmente estaba cansada. Pero no le importaba. La música de tropecientos vatios atravesaba su mente y hacía bailar su corazón. El cuerpo le temblaba con cada grave que los gigantescos altavoces gritaban. Saltaba, trotaba, bailaba, cantaba. La adrenalina recorría los grandes milímetros de su cuerpo, y ni ella misma lograba oír su propia voz. Sabía que cuando todo se apagase y el “silencio” se apoderase de aquel césped, sus oídos pitarían en una queja y enfado infernal. Efectivamente, se merecía aquella reprimenda. Pero era incapaz de alejarse de aquella música, de ese escenario, de ese espectáculo… de ese concierto con el que tanto había soñado y divagado. La gente se desgarraba las cuerdas vocales, pero tampoco importaba. El suelo verde de aquel Coliseum temblaba con cada salto que las miles de personas que allí había daban mientras se dejaban llevar por las guitarras, las percusiones, las voces. Incluso la gente del fondo, aquella que parece no estar y que apenas se ve (y que, ciertamente, apenas debe ver la escena con tal distancia), disfrutaba más que el propio cantante, bañado en sudor y sin una sola caloría más que quemar con tanto movimiento. Por suerte o por desgracia, estaba llegando a su fin, pero esto tampoco tenía importancia… Aquello era increíble. Sin pedirlo, el coro de aquel conjunto no era, sino, toda aquella multitud de seres que se dejaban los sueños de toda una vida en cada sílaba cantada que pronunciaban. El éxtasis llegaba a sus neuronas al tiempo que la mente se desentendía del cuerpo y cantaba… 'Cause nobody wants to be the last one there…

martes, 1 de marzo de 2011

And the Oscar goes to...

Miles de personas. Una gran alfombra roja que forma una interminable pasarela hasta la gloria. Donde las viejas y sabias puertas esperan que las atravieses, a paso decidido y pulso firme: expresión tranquila aunque los nervios coman tus entrañas, y los deseos de victoria lo hagan aun más. Conoces tus posibilidades, pero tu modestia y negatividad te hacen convencerte poco a poco, día tras día, paso a paso, de que no alcanzarás el sueño que tienes desde niño. Al menos esta noche. Todo tu interior tiembla al son de tu vestido al andar, pero no lo puedes expresar. Y entonces: el principio del fin. Te sientas... Ahora solo puedes esperar. Ya no puedes hacer nada más. Todo está decidido, solo falta que lo comuniquen ante todas aquellas expectantes personas. Alzas la mirada y ves a cientos de hombres y mujeres, que están allí, entre otros, por ti. Pero crees que los vas a decepcionar. Al fin llega el momento: después de varias horas interminables, viene tu momento, y el de otras cuarto aspirantes a la eternidad. Después de varias bromas para aliviar tensiones... aparece un sobre. El sobre. Tu cuerpo parece estallar ante miles de miradas de todo el mundo, cuando el anunciante aclara su garganta, sonríe ligeramente y revela: And the Oscar goes to...